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martes, 1 de marzo de 2016

Temporal de 1826 en Tenerife.

Cronica negra de España 7 :
Temporal de 1826 en Tenerife.

Tenerife sufrió la noche del 7 al 8 de noviembre de 1826, la catástrofe natural más importante de la que se tenga constancia en la historia del archipiélago, un aluvión que incomprensiblemente parece haber quedado en el olvido a pesar de haber marcado un antes y un después en la vida de los canarios, tal y como aseguraron los testigos directos de aquel triste acontecimiento. La tempestad que asoló la isla alcanzó tal furia que provocó centenares de muertos, destruyó cultivos, haciendas e infraestructuras y llegó a modificar el paisaje.


Temporal de 1826 en Tenerife.
Grabado de la época.

Según este estudio, las rachas de viento alcanzadas por dicha tormenta debieron ser superiores a las de Delta. Además, las precipitaciones que pudieron haber registrado en las horas de máxima intensidad, fueron muy superiores a las recogidas en los eventos meteorológicos extremos de los últimos años. Por ello, los autores aventuran la posibilidad de que en algunas áreas se recogiesen cantidades superiores a 500 milímetros de precipitación y que, en amplios sectores de las islas, se superasen ampliamente los 100 milímetros en 24 horas.

Temporal de 1826 en Tenerife.

Resultaría imposible imaginar con exactitud el escenario que dejo tras de sí aquel terrible temporal sin leer con atención las crónicas de los ilustres testigos que detallaron no sólo las consecuencias directas, sino que aportaron al mismo tiempo escalofriantes relatos en primera persona donde expusieron sus más profundos sentimientos de impotencia y desconsuelo ante las crueles imágenes que pudieron contemplar.
Tan terrible escenario fue consecuencia de las descomunales avenidas de agua de los barrancos, que alcanzaron dimensiones jamás vistas ni antes ni después de tal fecha. El agua avanzó y alcanzó cotas tales que no hubo esa noche lugar alguno que pudiera ser considerado seguro ni terreno o montaña que no sufriese la modificación de su aspecto. Puede asegurarse que los habitantes de la isla entraron en una nueva era a partir del 8 de noviembre de 1826.

Temporal de 1826 en Tenerife.
Barranco de Santos.

En la comarca de Güímar hizo En la noche del 6 al 7 de noviembre de 1826 la imagen de Candelaria se perdió víctima de la inundación que ocasionó numerosos destrozos, arrasando el castillo de San Pedro y arrastrando al mar la imagen de la Virgen, la ermita y parte del convento. Se vigilaron las costas, se enviaron barcos a recorrer los mares de entre las islas, se removió el litoral desde la playa a la Cueva de San Blas; pero todo fue en vano, pues la imagen no apareció. Después de una búsqueda infructuosa se decidió encargar una nueva talla que sustituyera a la desaparecida. Para ello se eligió al imaginero orotavense Fernando Estévez, esta imagen es la que hoy se puede ver en la Basílica de la Virgen.
Tenerife

Más de mil personas, según algunas crónicas, pudieron perder la vida en la noche del siete al ocho de noviembre de ese año en Tenerife, el curso de los barrancos cambió en tan solo unas horas y una enorme cantidad de casas y edificios importantes como el Castillo San Felipe del Puerto de la Cruz, sucumbieron bajo la fuerza de las aguas.
La cifra de víctimas puede ser fluctuante, pues queda abierta a posteriores fallecimientos de heridos, por el descenso del nivel y la esperanza de vida, la falta de medidas higiénicas y el aumento de las enfermedades. Lamentablemente, los registros parroquiales no atribuyen al aluvión la causa de defunción de los asientos posteriores. Esto nos impide aportar una cantidad cerrada. Al igual que en la mayoría de recuentos e investigaciones publicados con anterioridad, nuestro balance arroja una cifra rayana a los tres centenares de fallecidos en la isla de Tenerife.

Texto de Bruno Juan Álvarez Abréu.

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