Desde la huerta de Alboraya a la Albufera, las pocas barraquetes que nos quedan, intentan sobrevivir a este enorme afán especulativo en que todo es valido por un puñado de €uros.
Vergüenza.
Las barracas, básicamente, son construcciones pequeñas, con tejado de paja a dos aguas y en las que vivía toda la familia en dos dormitorios.
Entre ellos hay un espacio dedicado a la cocina (solamente en invierno, en verano se guisaba fuera). Una pequeña mesa y unas sillas terminaban los escasos enseres de la barraca.
Una puerta principal y detrás otra que daría al corral, aparte de las ventanas que se pudieran hacer, terminaría la planta baja en la barraca.
Es de destacar la novela La Barraca de Vicente Blasco Ibañez.
Comida al aire libre 1927.