Las Hermanas de la Caridad endulzan las fiestas de Navidad a los niños de la Inclusa en 1934.
Periódico Las Provincias.
La Inclusa,donde se abandonaban a los niños.
HISTORIA DE LA INCLUSA DE MADRID.
En 1563, se crea en Madrid, en el convento de la Victoria situado junto a la Puerta
del Sol, con una iglesia muy visitada por la familia real y personajes de la Corte, la
Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y las Angustias con el fin caritativo de recoger a
los convalecientes que salían de los Asilos-Hospitales. En 1572 la Cofradía asume la labor
de recogida de los expósitos madrileños y para darles cobijo adquirió en 1579 un grupo de
inmuebles próximos al convento situados en la Puerta del Sol, entre la calle de Preciados y
la del Carmen.
En el año 1929 la Diputación Provincial de Madrid, de la que dependen los
organismos de Beneficencia, dispone la construcción de un edificio totalmente nuevo para
alojar la Inclusa. La elección del sitio no es aleatoria. Se trata de un amplio terreno en la entonces alejada calle de O’Donnell, propiedad de la Junta de Damas que regía la
institución y donde muy poco después se construiría la Maternidad Provincial. Abierto al
campo que circundaba la ciudad por ese extremo, con amplias dependencias interiores y
grandes jardines, con una hermosa galería orientada al sur para que los internos pudieran
disfrutar del sol, el edificio supuso un revolucionario avance en el modo de atender a los
niños.
Procedencia de los niños.
Los niños acogidos en la Inclusa tenían diferentes procedencias:
1.- Recién nacidos abandonados en la calle, en las puertas de iglesias y conventos o
en los tornos que se habilitaron para ello en la propia Inclusa, en el templo de San Ginés, y
un tercero en el Puente de Segovia, junto al tramo del río Manzanares al que acudían las
lavanderas. Eran prácticamente siempre de padres desconocidos y los que llegaban en
peores condiciones físicas por lo que su índice de mortalidad era casi siempre del 100% en
los primeros días.
2.- Desde el Hospital de los Desamparados, donde existían unas camas para
atender a lo que se llamaba “paridas clandestinas”, cuyos hijos, nada más nacer, se
trasladaban a la Inclusa.
3.- Otros Hospitales de Madrid entre los que cabe destacar el de La Pasión o de
Antón Martín, dedicado en especial a enfermedades cutáneas como sarna, tiñas, úlceras y,
sobre todo, el mal gálico. Estos niños, en una buena proporción, pasaban al nacer a la
Inclusa pero sólo hasta que sus madres eran dadas de alta o, si éstas fallecían, eran
reclamados por el padre u otros familiares.
4.- En ocasiones, familias que estaban atravesando graves crisis económicas
dejaban a sus hijos recién nacidos y hasta a alguno ya mayorcito al cuidado de la Inclusa,
con el compromiso de recogerlo cuando la situación mejorase, cosa que en demasiadas
ocasiones no llegaba nunca a suceder.
Los niños llegaban al torno en muy dispares condiciones. La mayoría, desde luego,
prácticamente desnudos o sin otra prenda de abrigo que unos trapos viejos o una astrada
manta. Otras, en cambio, llevaban alguna ropilla más cuidada y hasta no faltaba el que
mostraba detalles entrañables de cariño materno en forma de algún humilde adorno en la
ropa o algún objeto de devoción sobre el cuerpo. Era bastante frecuente que junto a la
criatura apareciese una nota, escrita las más de las veces con letra temblona, pero otras con
rasgos de una cierta cultura caligráfica. En esas notas se solía decir si la criatura estaba o
no bautizada, si, de estarlo, se le había impuesto algún nombre; en raras ocasiones se
aportaba algún detalle de su filiación como la clase social de la madre o de los padres, si
éstos estaban vivos, si su unión era o no legítima y, siempre se hacía un llamamiento a la
caridad de la Inclusa o de sus gestores. Estos datos, junto con los de los objetos que
llevasen encima, podían más tarde ser aducidos por la familia para identificar al niño si
decidían reintegrarlo al hogar. De todo ello se llevaba un meticuloso registro por escrito de
cuya existencia hay constancia en el archivo de la Inclusa de Madrid. En ese mismo
registro se anotaban todas las vicisitudes de la estancia del niño hasta que salía de la
institución.
Finalmente, a comienzos de los años setenta se decidió su traslado a la ubicación actual en el Colegio de San Fernando, en la carretera de Madrid a Colmenar Viejo, volviendo a cambiar de nombre, esta vez por el de Casa de los Niños.
Texto extraído de este enlace,con mucha mas información:
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