El mayor naufragio de la historia de Galicia que cambió las reglas de la navegación
La historia del buque Santa María Magdalena, que naufragó en noviembre de 1810 en Viveiro (Lugo) y cambió la navegación para siempre.
550 fallecidos.
Diego González Rivas.
El 2 de noviembre de 1810, la playa de Covas amanecía con centenares de cadáveres sobre su arena. Dos de ellos permanecían fundidos en un abrazo. La madrugada anterior se había producido uno de los más trágicos sucesos de la historia naval de nuestro país, el naufragio de la fragata Santa Maria Magdalena y del bergantín Palomo, integrantes de una Armada de guerra compuesta por navíos españoles e ingleses, que se encontraba fondeada en la Ría de Viveiro, Lugo, en plena Guerra de la Independencia contra Francia, y que habían sido sorprendidos por un fuerte temporal. Los dos cadáveres abrazados eran padre e hijo, y su muerte sirvió para que la Armada prohibiese el embarque de familiares directos en la misma unidad. Se estima que 800 personas perdieron la vida esa noche en la mayor tragedia marítima de Galicia.
Ferrol en el siglo XVIII.
Diego González Rivas.
En 1773 se botaba en Ferrol un buque para la Armada Real, un nuevo modelo para una nueva época, en la que los grandes navíos de línea no parecían los más idóneos para el combate contra piratas y corsarios. Se necesitaba robustez, gran capacidad de ataque y mucha maniobrabilidad para defender las colonias de ultramar en las cálidas aguas del Mar Caribe. Así nacía la fragata, un nuevo tipo de barco que había sido construido en los Reales Astilleros de Esteiro, en Ferrol, con el nombre de Santa Maria Magdalena.
La fragata Magdalena montaba 38 cañones, tenía 44 metros de eslora, 13 de manga y desplazaba unas 500 Toneladas. Era un buque majestuoso, con la mejor tecnología y los mejores materiales del momento, que lo hacían único en su especie.
Durante su vida en activo prestó diversos servicios a la Armada, destacando la captura en solitario de un corsario inglés a su regreso de una misión en Las Azores. El capitán Pedro de Leyva, tras avistar al corsario “Duke of Cornualles”, y viendo que no podrían alcanzarlo, decidió esconder todos los cañones y ocultar a la mayoría de su tripulación, para hacerse pasar por un buque mercante y una presa fácil. De esta manera esperaba provocar la avaricia del corsario. Funcionó. El inglés se acercó a la Magdalena y, súbitamente, los cañones fueron desplegados y disparados, dejando fuera de juego al corsario.
La Fragata Magdalena y el Bergantín Palomo.
Llegamos a 1810, en plena invasión napoleónica. Los ingleses, antiguos enemigos, ahora son nuestros mejores aliados frente a Bonaparte y así es como nace la “Expedición Cántabra”, una operación naval conjunta de la Armada española y la Royal Navy, cuya principal misión era recuperar Santoña de las garras de los franceses.
La escuadra partía de A Coruña el 14 de octubre de 1810. La componían 2.000 soldados españoles y 800 ingleses, la fragata Santa María Magdalena como buque insignia, el bergantín Palomo, dos goletas, cuatro cañoneras y varios transportes de tropas.
Al llegar a la península santanderina, un fuerte temporal obligó a la Magdalena y al Palomo a cortar los cabos de sus anclas mayores para poder capearlo. Con esta acción firmarían su pena de muerte, aunque en aquel momento no lo sabían.
Fragata española de 52 cañones. “Diccionario demostrativo con la configuración y anatomía de toda la arquitectura naval moderna”. Juan José Navarro, Marqués de la Victoria, 1719-1756. Museo Naval.
Maqueta de la fragata Santa María Magdalena en escala 1/14. Museo Naval de Ferrol.
La Magdalena fue empujada contra los bajos de la playa de Covas, donde se hundiría a unos 8 metros de profundidad. Los vecinos de Viveiro no tardaron en llegar a la playa, pero nada podían hacer ya para ayudar. El Palomo se estrelló contra unos acantilados en Sacido y allí aguantó hasta el amanecer, momento en el que se partió en dos.
De la tripulación de la fragata, ocho personas lograron alcanzar la costa, pero solo sobrevivirían tres, alcanzando una cifra de 480 fallecidos. De la tripulación del Palomo fallecieron 70 personas y se salvarían 25. A estas cifras hay que sumarles la cantidad de marineros que estos dos navíos habían rescatado de otros cañoneros que también habían sido hundidos por el temporal y algunos prisioneros. La cifra podría alcanzar los 800 muertos, aunque oficialmente se contabilizaron 550, entre ellos el capitán de la Santa María Magdalena, Don Blas de Salcedo y su hijo guardamarina, cuyos cadáveres fueron recuperados abrazados.
A raíz de esta muerte simultánea, la Armada prohibiría embarcar a familiares directos en la misma unidad mediante la promulgación de una real orden de las recién creadas Cortes de Cádiz.
Fragmentos de la proa y la popa de la embarcación.
Tras el naufragio, los restos permanecieron en el olvido, hasta que en 1951 un pescador de Covas redescubrió el pecio. En 1976, la Armada española rescató parte del naufragio de la Magdalena, y con el material recuperado creó el Museo Naval de Ferrol. En la actualidad las piezas de la fragata recuperadas ocupan la mayor parte de la exposición gracias a su buen estado de conservación.
En la playa de Covas, a unos metros del lugar del naufragio de la Santa María Magdalena se erigió una escultura con uno de los cañones y una de sus anclas. Su placa reza: “A los 550 náufragos del bergantín Palomo y de la fragata Magdalena sucumbidos en esta playa el 2 de noviembre de 1810”.
Los pecios de la Magdalena y del Palomo están protegidos por la de Ley de Patrimonio Histórico y es posible bucear para ver sus restos, que se encuentran en un sorprendente estado de conservación. Aquí podemos ver un espectacular documental con imágenes del pecio y la historia del naufragio.
Monumento en memoria a la fragata Magdalena, en Viveiro (Lugo).
Cuenta la leyenda que si se acude a la playa de Covas la noche de Todos los Santos, el 1 de noviembre, por encima del sonido de las olas puede oírse un grito: “¡Padre aguanta, voy a salvarte!”. Parte de la historia quedó plasmada en algunos poemas y romanceros populares de la época:
Dime, bergantín Palomo,
¿dónde fue tu perdición?
En la Ría de Vivero
al toque de la oración.
Di, fragata Magdalena,
¿qué mal viento te dio el mar?
Todos los vientos son buenos
si Dios no da tempestad.
Información extraída de este enlace: https://www.elespanol.com/quincemil/articulos/cultura/el-mayor-naufragio-de-la-historia-de-galicia-que-cambio-las-reglas-de-la-navegacion
No hay comentarios:
Publicar un comentario