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miércoles, 11 de diciembre de 2024

María Roque.

Crónica Negra de España 172:

Cromolitografía de 1890. Fusilamiento de la esposa del coronel Fontiveros.
Cromolitografía de 1890.
Fusilamiento de la esposa del coronel Fontiveros.

Descripción: Historia de España. Primera Guerra Carlista (1833-1840). Por orden del general carlista Ramón Cabrera, el 27 de febrero de 1836, fueron fusiladas en un huerto de Valderrobres (provincia de Teruel, Aragón) la esposa del coronel Fontiveros (María Roque) y otras tres mujeres: Cinta Foz, Francisca Urquizu y Mariana Guardia, por el mero hecho de pertenecer a familias liberales. Estos fusilamientos, juntos con muchos otros que ordenó Cabrera, lo fueron en represalia por el fusilamiento de su madre pocos días antes. Ilustración por J. Alaminos. Cromolitografía. "Historia de la guerra civil y de los partidos liberal y carlista", por Antonio Pirala. Tomo II. Madrid, 1890.

Autor: Juan Alaminos.

lunes, 5 de septiembre de 2022

Cartagena (Murcia).

Cartagena (Murcia).
Puerto de Cartagena sobre 1890.
Hauser y Menet.
Cartagena (Murcia).
Puerto de Cartagena.



domingo, 24 de julio de 2022

Madrid.

Madrid.
Puente de Toledo sobre 1890.
Madrid.
Puente de Toledo.



jueves, 9 de diciembre de 2021

Valencia.

Valencia.
Cartel publicitario J.Cortals sobre 1890.
Licor Kola Cortals.


jueves, 25 de noviembre de 2021

Zaragoza.

Zaragoza.
Calle de Alfonso I sobre 1890.
Zaragoza.
Calle de Alfonso I.
Google Maps.




viernes, 5 de noviembre de 2021

Valencia.

Valencia.
Grabado de la Virgen de los Desamparados sobre 1890.
Autor desconocido.
Valencia.
Virgen de los Desamparados actualmente.



lunes, 15 de marzo de 2021

Crucero HMS Serpent en 10-11-1890.

Crónica Negra de España 125.

Punta do Boi de Camariñas (A Coruña), donde perecieron 172 hombres de la Royal Navy.

Crucero HMS Serpent en 10-11-1890.
HMS Serpent (1887).

El HMS Serpent fue un crucero de tercera clase de la Royal Navy, construido en Devonport entre 1885 y 1888. Botado el 10 de marzo de 1887, desplazaba 1770 toneladas y estaba armado con 6 cañones de 6 pulgadas y 5 tubos lanzatorpedos de 14 pulgadas.

El 10 de noviembre de 1890, cuando navegaba bajo el mando del comandante de la Marina Real Harry L. Ross, el buque naufragó frente a la costa gallega, causando la muerte de 172 de sus 175 tripulantes.

El domingo 9 de noviembre, el Serpent era zarandeado por una marejada tan fuerte que la tripulación pensó que el capitán ordenaría el regreso al puerto de partida. Durante varias horas, el barco se mantiene al pairo hasta que amaina la tormenta. Sin embargo, el teniente Richards no es capaz de avistar el sol para situar con precisión al buque en las cartas náuticas.

Crucero HMS Serpent en 10-11-1890.
El “HMS Serpent”, todavía pintado de negro, en una litografía publicada con motivo de su pérdida por “La Ilustración Española y Americana”.

A la mañana del día 10, el capitán Ross discutió largamente con su Oficial de Derrota acerca de la posición y rumbo del barco ya que, pese a que el tiempo no ayudaba, se había avistado una costa a babor.

No había niebla, la llovizna y las nubes reducían la visibilidad, y los barcos que cruzaron su rumbo con el suyo, no advirtieron nada extraño en su modo de navegar. Esa tarde, el marinero Onesipherous Oney Luxton hacía la guardia de primer cuartillo, con órdenes expresas del capitán de mantener rumbo suroeste-medio sur. Los marineros Frederick Joseph Gould y Benjamin Burton estaban encargados de las sondas, pero el capitán no les ordena medir la profundidad del fondo. A las ocho, Gould y Burton suben a cubierta a hacer la guardia hasta las 24:00, cuyo oficial será Richards. Sin embargo, el Comandante permanecerá en el puente, redoblando la vigilancia.

Crucero HMS Serpent en 10-11-1890.

A las 21:00, los mandos vuelven a discutir sobre la posición del buque, ordenando un cambio de rumbo al oeste y pidiendo el Comandante que el vigía buscase la luz del faro del cabo Villano por la banda de babor. Pero la noche era cerrada y el vigía de babor ni siquiera oyó las rompientes. A las diez y media de la noche, Gould y Burton descansan en cubierta con el chaleco salvavidas puesto. Dichas prendas no eran de uso general en la Marina de la época, contando el Serpent únicamente con 25 chalecos para 175 hombres.
Crucero HMS Serpent en 10-11-1890.
Naufragio del HMS Serpent, pintura de Natasha Lelenco.

Cuando el casco del Serpent crujió al encajarse contra la punta do Boi a una velocidad de unos nueve nudos, la mayoría de la tripulación lo confundió con un golpe de mar, hasta que alguien gritó que habían embarrancado. El comandante ordenó cerrar las puertas estancas y librar los botes, orden que transmitió el teniente Richards. Luxon despertó en su coy, y el instinto le hizo coger uno de los chalecos cuando corre hacia cubierta. Es entonces cuando el Comandante ordenó poner las máquinas atrás toda, cosa que resultó imposible. Gould es el patrón del bote de babor y la mar lo hizo astillas, tragándose a los ocho marineros del bote, excepto Gould que quedó aferrado al costado del buque. Un golpe de mar arroja a Luxon al agua, separándolo del buque. Burton recibió la orden de soltar todo aquello que pudiera flotar para ayudar a los supervivientes, pero el otro bote se hizo añicos contra las rocas y el Comandante desistió de intentarlo de nuevo, ordenando a la marinería trepar a los mástiles para salvar la vida. Una ola separa a Burton de sus compañeros cuando se encuentra sujeto a las jarcias. El mar volvió a arrojarlo sobre la cubierta del barco, momento que el marinero aprovecha para desembarazarse de todo lo que le pueda impedir nadar. Cuando cae nuevamente al agua, solo viste un jersey y el chaleco salvavidas.
Crucero HMS Serpent en 10-11-1890.
Crucero HMS Serpent en 10-11-1890.
Homenaje a las victimas del HMS Serpent.

Dos horas después, el agotado Burton logra alcanzar la costa. Camina entre los cadáveres y los cuerpos agonizantes de sus compañeros hasta que encuentra a Luxon malherido: las rocas han destrozado su pierna derecha. Apoyándose el uno en el otro, los supervivientes caminan hacia una casa que divisan en la costa. Tras ayudarles a reponer fuerzas, los habitantes acompañan a los marineros a la casa del párroco de Javiña, que los acoge. Gould, el tercer superviviente, ha ganado la costa solo y solo lo encuentran el alcalde de Camariñas y su ayudante de marina.

La Corte Marcial, celebrada el 16 de diciembre de 1890 concluyó que la pérdida del Serpent se debió a un error de navegación.

Desde el martes 11 se comenzó el rescate de los cuerpos del Serpent. Dada la proximidad a la costa del punto del naufragio, la mar estuvo muchos días arrojando cadáveres mutilados a la costa, que fueron enterrados a pie de playa, quedando las 172 víctimas enterradas en un improvisado cementerio en el lugar (conocido como Cemiterio dos ingleses), que fue posteriormente consagrado el 23 de noviembre.

Crucero HMS Serpent en 10-11-1890.
Cementerio de los Ingleses en Camariñas.


En una visita de la escuadra inglesa a la ría de Arosa en 1896, el Almirantazgo inglés ordenó colocar una placa conmemorativa en el monte Lobeira sobre la roca en la que se había enclavado una cruz para honrar la memoria de los que encontraron muerte en las aguas del mar, para que sirviese de recuerdo y homenaje a las víctimas del hundimiento, placa que todavía existe en la actualidad.
Al saber la Armada que los tres únicos supervivientes del Serpent llevaban el chaleco salvavidas puesto, se generalizó su uso en el resto de los buques de la Royal Navy.

Información extraída de este enlace: https://es.wikipedia.org/wiki/HMS_Serpent_(1887)














sábado, 1 de agosto de 2020

Granada.

El Escorial (Madrid).
Calendario-Mural sobre 1890.
Biblioteca Nacional de España.
En el calendario se observa a Andaluces tocando en el patio de los Leones del Alhambra de Granada.

Todavía hay quien recuerde el envoltorio de los chocolates Matías López o al menos el nombre de la que fuera una marca emblemática en la sociedad española del siglo XX. Durante décadas su fábrica en El Escorial fue uno de los motores industriales de la región madrileña en donde se juntaron más de 500 trabajadores.
Matías López creó alrededor de la Fábrica una barriada de casas para los obreros que contaba con una cooperativa de alimentación (la Cope), una Escuela Nacional para niños y niñas (edificada por Viuda e Hijos de Matias López) y una capilla dedicada a San Matías.

Muerto don Matías en 1891 la empresa pasó a sus hijos. Con sus herederos al frente, la empresa pasó por distintas vicisitudes, cambió de sociedad limitada a sociedad anónima y en 1962 la Fábrica cerró a causa de la mala gestión dejando sin trabajo a 115 empleados. A pesar de que no faltaba demanda, los suministradores no siguieron dándoles crédito.3?

El terreno de la Fábrica y el 'barrio de los chocolateros' es ocupado hoy por la urbanización Parque Real. Los obreros que tenían casa en el barrio fueron desalojados a cambio de un terreno anexo a dicho barrio. No se construyeron allí sus nuevas viviendas por razones peregrinas y acabaron formando la Cooperativa de Viviendas Virgen de la Herrería al otro lado de la vía férrea.

Nada queda ya de aquella gran industria y los obreros nunca cobraron los últimos días trabajados.

La marca volvió al mercado en el año 2014.

martes, 27 de agosto de 2019

Cádiz.

Cádiz.
Llegada del vapor Correo España,conduciendo al general Martínez Campos en 1890.
Grabado: Campos,Luis M.

martes, 11 de junio de 2019

Grabado de la Virgen de los Desamparados (Valencia).

Grabado de la Virgen de los Desamparados.
Grabado de la Virgen de los Desamparados ca. 1890.


lunes, 29 de abril de 2019

Guadalajara.

Guadalajara.
Torre de Alvar Fañez 1890.
Revista Popular.
Guadalajara.
Torre de Alvar Fañez actualmente.
Guadalajara.
Vista frontalmente.

Torreón de Alvar Fáñez 

El nombre de este torreón recuerda la leyenda de la reconquista de Guadalajara por Alvar Fáñez de Minaya en 1085. Es una torre pentagonal, probablemente del siglo XIV, que defendía una de las puertas de la ciudad, llamada también de la Feria o del Cristo de la Feria. Su fachada posterior es abierta, para evitar que el enemigo pudiera hacerse fuerte en ella si la tomaba. 

Fotos modernas y explicación extraídas de este ENLACE.







martes, 27 de noviembre de 2018

Anónimo.

Anónimo.
Escena cotidiana de una escuela rural de España en 1890.
Archivo nacional de la Imagen SODRE.
Autor desconocido.


martes, 31 de julio de 2018

Valencia.

Valencia.
Grupo de personas en el Puerto de Valencia sobre 1890.


viernes, 9 de junio de 2017

Valencia.

Valencia.
Albufera de Valencia en 1890.


martes, 13 de septiembre de 2016

Grabado de la Virgen de los Desamparados.

Grabado de la Virgen de los Desamparados.
Grabado de la Virgen de los Desamparados ca. 1890.


jueves, 16 de junio de 2016

Crucero Reina Regent.

Crónica Negra de España 14:
Crucero Reina Regent.


El crucero «Reina Regente» había sido construido en Inglaterra por la firma «James and George Thompson» de Clydebank, bajo la dirección del afamado ingeniero naval británico Sir Nathan Barnaby, quien en esta ocasión no estuvo muy acertado, ya que otros buques de la misma serie inglesa resultaron poco eficaces. Fue lanzado al agua el 24 de febrero de 1887 finalizándose su construcción al año siguiente. Era una unidad de elegante línea, con dos airosas chimeneas. Navegando ofrecía un majestuoso aspecto que causaba admiración.

Crucero Reina Regent.
Grabado del REINA REGENTE.
Revista de Navegación y Comercio. Año 1892.

De línea similar al británico «Australia», desplazaba 4.664 toneladas y debía servir como modelo para la construcción de dos cruceros en los arsenales españoles: el «Lepanto» y el «Alfonso XIII». El coste del «Reina Regente» ascendió a 243.000 libras esterlinas, equivalentes a unos seis mil millones de pesetas. Su artillería consistía en dos piezas González Hontoria de 24 cm. a proa y otras dos a popa; o piezas G. Hontoria de 12 cm., 6 Nordenfelt de 57 mm. y 1 de 42 mm.; 2 ametralladoras y 5 tubos lanzatorpedos. Aunque su velocidad teórica era de 20 nudos, prácticamente nunca rebasó los 14.

Crucero Reina Regent.
El crucero protegido Reina Regente.

La dotación española que iba a tripular esta unidad, se trasladó al puerto de Glasgow para hacerse cargo de ella.

El 3 de junio de 488, encontrándose el crucero en Barcelona, recibió la bandera de combate donada por la Reina Doña María Cristina, presente en la ceremonia. Al año siguiente asistió el buque en el mismo puerto a la Exposición Universal.

Crucero Reina Regent.
Museo Carmen Thyssen. 
Puerto de Málaga. 1896. 
Oleo de Guillermo Gomez Gil.

En 1892 zarpó para Génova con ocasión de las fiestas conmemorativas del IV Centenario del descubrimiento de América, y ya, de regreso en España, puso rumbo desde Cádiz a la Habana remolcando una reproducción de la nao «Santa María», donación del gobierno español al americano. A su llegada se concentró en la bahía de Hudson una numerosa flota internacional para conmemorar el descubrimiento colombino.

El «Regente», como vulgarmente se le conocía, formó parte de la Escuadra de Instrucción y en sus continuos viajes, los informes de sus comandantes respecto a sus cualidades marineras, eran desfavorables y aunque no se le habían apreciado defectos esenciales para mantener su estabilidad, algunos habían aconsejado sustituir los 4 cañones del 24 por otros de 20,3, con lo que se hubiese conseguido más proporción entre los pesos altos y los situados bajo la cubierta protectora. Sin embargo estas recomendaciones no fueron atendidas. Concretamente uno de sus comandantes, el capitán de navío Paredes, propuso en 1892, la reducción de su artillería.

El 9 de marzo de 1895 a las once y media de la mañana, zarpaba de Cádiz el «Regente», llevando a bordo la embajada del Sultán de Marruecos, presidida por Sidi Brisha, que en Madrid había mantenido conversaciones con representantes españoles, acerca de la revisión del Tratado de Marraquech de 5 de marzo de 1894 que puso fin a la contienda de 1893 con los rifeños. Tan sólo esta misión llevó el crucero a Tánger, pues debía regresar a Cádiz para que la dotación asistiera a la botadura del también crucero «Carlos V» en los astilleros «Vea Murguía Hermanos», hoy desaparecidos, fijada para el día 10. Entre la dotación se contaban muchos gaditanos que tenían especial interés en presenciar la ceremonia.

Crucero Reina Regent.
Vista de proa del REINA REGENTE. 
Se aprecian los cañones Hontoria de 240 mm. 
Foto del libro El Crucero REINA REGENTE y su Hundimiento el 9 de Marzo de 1895.

El casco del buque, al igual que sus máquinas, estaban en buen estado. Recaló en la anochecida y, por estar muy tomada la costa de Tánger, fondeó en la rada. En la mañana del día 10 sube a bordo el práctico, desembarcando solamente la mora. El viento de SW que reinaba, refrescaba por momentos, haciendo recalar la mar de Poniente. El barómetro acusaba notable descenso.

A las 10 de la mañana de dicho día 10, domingo, despegaba el crucero del muelle tingitano, con cielo cerrado. Tras doblar el conocido «Muelle viejo», puso proa a la mar rumbo a Cádiz. Poco después, hallándose como a tres millas de Tánger, algunas personas que le observaban desde esta ciudad, le vieron parado, distinguiendo con sus prismáticos que parte de la dotación se dirigía a la popa, arriando algo que parecía un buzo. A la media hora el «Regente» se puso de nuevo en movimiento, desapareciendo en el horizonte poco después del mediodía.

A las 14 horas el viento era huracanado, con frecuentes chubascos y marejada que los testigos calificaron de espantosa. Desde la costa africana ya no podía divisarse el buque que, sin embargo, fue visto por los mercantes «Mayfield» y «Matheus», que al igual que él luchaban contra el durísimo temporal de vientos y enorme oleaje. Los capitanes de los mercantes informarían más tarde que divisaron al crucero sobre las 12 y media, a unas doce millas al NW de Cabo Espartel, dando grandes bandazos y buscando el refugio de la costa peninsular. Posteriormente, unos campesinos de la ensenada de Bolonia, poblado dependiente de Tarifa, manifestaron que habían visto un buque luchando contra el fuerte oleaje.

El «Regente» no alcanzaría nunca el puerto gaditano, que lo aguardaba con ansia y preocupación. Durante varios días se procedió a su búsqueda con la esperanza de que el buque hubiese podido encallar y salvarse o de, al menos, encontrar supervivientes. El «Alfonso XIII», «Isla de Luzón», «Joaquín del Piélago» y otros mercantes, exploraron minuciosamente los parajes cercanos al Cabo Trafalgar donde se suponía había ocurrido la tragedia, como Bajo Aceitero, Torre, Castilobo, Altos de Meca, etc. Pero todo fue en vano y no se volvió a tener más noticias del buque, que se perdió con su dotación de 412 hombres.

Crucero Reina Regent.

En los días siguientes fueron encontrados en las playas de Algeciras, Tarifa, Estepona, Conil y otras próximas, varios restos, como trozos de cubierta, salvavidas, una metopa con la letra «R», dos banderitas de mano, un trozo de vaina de bandera con el nombre del barco, un remo, etc.

En estas playas que enmarcan la embocadura del Estrecho de Gibraltar, donde la fortuna y la desgracia vinieron siempre hermanadas por el mar, el recuerdo de la catástrofe ha perdurado, y aún perdura, entre los viejos marinos. Entre supersticiosos e inquietos, nuestros valientes hombres de la mar han guardado un singular respeto al 10 de marzo. Cuando por esas fechas sopla temporal o se presagia mal tiempo, los marineros de Cádiz y de los pueblos próximos, tripulantes de barcos pesqueros o de buques dedicados al pequeño cabotaje, afirman amarras y permanecen en puerto con el prudente convencimiento de que es lo más acertado.

Circularon variados comentarios sobre la causa de la catástrofe. Se recordaba que con mal tiempo el crucero acusaba sus deficientes condiciones marineras. En muchas ocasiones la proa quedaba bajo el agua, rompiendo los golpes de mar en su plataforma. También se decía que el excesivo peso de la coraza y de las piezas del 24 montadas a proa y popa, producía falta de estabilidad, por lo que el barco quedaría trabucado por los enormes golpes de mar, que harían que el buque quedase con la quilla al aire.
La comisión técnica encargada de esclarecer las causas de la pérdida del buque, admitió la posibilidad de que el duro temporal, al inundar las cubiertas y compartimentos de proa lo hicieron zozobrar ya sin gobierno por averías en el timón o máquinas. Probablemente, la falta de estabilidad longitudinal, hizo que en el centro del espantoso ciclón el barco «se pasase por ojo» -según expresión marinera- tras encapillar sucesivamente varios golpes de mar, arrastrando consigo a toda la dotación.

La pérdida del «Regente» motivó que a los otros dos cruceros «Alfonso XIII», construido en el arsenal de Ferrol y «Lepanto», en el de Cartagena, no se les montaran cañones del 24, sino del 20,3.

Crucero Reina Regent.


Perfil del Reina Regente con su aspecto en 1890.

La dotación del «Regente» era de 372 hombres, pero en el momento de su desaparición llevaba 412, como ya hemos dicho. Su comandante -el quinto que había tenido- era el capitán de navío don Francisco Sanz de Andino Martí y segundo comandante, el capitán de fragata don Francisco Pérez Cuadrado. Contaba con 4 tenientes de navío, 4 alféreces de navío, 1 teniente de Infantería de Marina, 2 oficiales de Máquinas, 2 médicos, 1 habilitado-contador, 1 capellán, 5 guardiamarinas, 7 contramaestres, 6 condestables (auxiliares de Artillería), 2 sargentos de Infantería de Marina, 4 cabos primeros, 3 cabos segundos, 2 cornetas, 34 soldados, todos del mismo cuerpo, y 330 marineros entre los que contaban varios aprendices artilleros. Dos marineros que perdieron el buque en Tánger y que quedaron en puerto temiendo un seguro arresto, fueron los únicos que salvaron la vida.

La musa popular recordó la tragedia durante muchos años con una letrilla que se cantaba por las costas andaluzas y que rezaba así: ¿Que barquito será aquel que viene dando tumbos? Será el «Reina Regente» que viene del otro mundo.

Hubo un único superviviente, testigo mudo de la tragedia. El hecho por interesante merece ser narrado.

Uno de los oficiales de la dotación, el alférez de navío don José María Enríquez Fernández, natural de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), llevaba a bordo un magnífico perro terranova de su propiedad, que se granjeaba la simpatía de los tripulantes. Al ocurrir la tragedia el animal saltó a un enjaretado del crucero, pudiendo ser recogido por un barco inglés, que lo adoptó como mascota. Durante algún tiempo «navegó» el animal en dicho buque que un buen día recaló en Sanlúcar en ruta hacia Sevilla, fondeando en Bonanza, como era usual. El can reconoció inmediatamente la costa y arrojándose al agua ganó rápidamente la cercana orilla, desde donde corrió hacia la casa de los padres de su dueño, causando la natural emoción en estos y en cuantos conservaban imborrables el recuerdo de la tragedia.

Los capitanes del navío que mandaron el «Reina Regente» fueron los siguientes: don Vicente Montojo Trillo, don Ismael Warleta Ordovás, don José Pilón Esterling, don José María Paredes Chacón y don Francisco Sanz de Andino y Martí.

En aquellos tristes días de marzo de 1895, en que reinaron fuertes temporales, desaparecieron también otros barcos sin dejar rastro: el «Semillante», frente al Estrecho de Bonifacio (Córcega); el «Renard», próximo a Adén (Arabia) y el «Atlas», muy cercano a la costa argelina. Por lo que se refiere al SW de España, las olas alcanzaron doce metros de altura.

El año de 1895 fue doblemente triste para la Marina de Guerra, pues también perdió otro crucero, el «Sánchez Barcáiztegui». Está unidad se hallaba en la Habana y en la noche del 18 de septiembre, doblaba la boca del Morro con las luces apagadas en misión de captura de un buque de filibusteros, cuando fue abordado por el vapor «Conde de la Mortera» que entraba en demanda de puerto. Como consecuencia de la fuerte colisión se hundió en pocos minutos, pereciendo el jefe del Apostadero, don Manuel Delgado Parejo, que se hallaba accidentalmente a bordo; el comandante, capitán de fragata don Francisco Ibáñez Varela, cuyo cuerpo decapitado y sin brazos, fue recogido días después por unos pescadores, un alférez de navío, el habilitado-contador, el médico, tres suboficiales, seis marineros, ocho fogoneros y ocho soldados de Infantería de Marina.

Varias de estas víctimas fueron presa de los tiburones. Los botes del «Conde de la Mortera» y la lancha «Intrépida» recogieron a los supervivientes.

Crucero Reina Regent.

El 10 de enero de 1922, 27 años después del naufragio del «Reina Regente» la prensa nacional se ocupaba del trasatlántico español «Reina María Cristina», que procedente de Gijón, Santander y Coruña, atracó en el puerto de la Habana con gran retraso, pues tras resistir diez días de fuerte temporal, que obligó a su capitán a aminorar la velocidad -lo que ocasioné más consumo de carbón-, hubo de efectuar arribada forzosa en Las Bermudas. Aunque en un principio la prensa madrileña, recogiendo noticias telegráficas de Santander sobre el temporal que sorprendió al navío, dijo que había varios muertos a bordo, el «Diario Español» de la Habana de 10 de febrero de 1922, precisaba que no hubo lesionados y que el pasaje se comportó con valentía y disciplina, siguiendo las medidas dispuestas por el capitán durante la difícil travesía.

Meses después de la desaparición del «Reina Regente», otro crucero de nueva construcción fue bautizado con el mismo nombre, siendo botado en los astilleros de Ferrol el 20 de septiembre de 1906. Contaba con una dotación de 452 hombres. Fue buque escuela de guardiamarinas durante algún tiempo y prestó inestimables servicios en la Guerra de África. El 31 de diciembre de 1926 fue dado de baja en la Armada.


viernes, 20 de noviembre de 2015

Guadalajara.

Guadalajara.
Torre de Alvar Fañez 1890.
Revista Popular.
Guadalajara.
Torre de Alvar Fañez actualmente.
Guadalajara.
Vista frontalmente.

Torreón de Alvar Fáñez 

El nombre de este torreón recuerda la leyenda de la reconquista de Guadalajara por Alvar Fáñez de Minaya en 1085. Es una torre pentagonal, probablemente del siglo XIV, que defendía una de las puertas de la ciudad, llamada también de la Feria o del Cristo de la Feria. Su fachada posterior es abierta, para evitar que el enemigo pudiera hacerse fuerte en ella si la tomaba. 

Fotos modernas y explicación extraídas de este ENLACE.







miércoles, 4 de noviembre de 2015

Valencia

Valencia
El llibret de la falla del carrer San Visent.
Los Amantes de Teruel 1890.
Biblioteca Serrano Morales.
Ayuntamiento de Valencia.BSMO.F-0 / 157 (13).