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domingo, 2 de julio de 2017

Mundial de España en 1982.

Mundial de España en 1982.
Jugadores de la Selección española en 1982.
De pie por la izquierda: Jesús Zamora-Javier Urruticoechea-Miguel Angel-Luis Arconada-Antonio Maceda-Joaquin Alonso-Jesús Satrustegui-Jose Alexanco-Quini.
Abajo por la Izquierda: Santiago Urquiaga-Enrique Saura-Pedro Uralde-Miguel Alonso-Manuel Jimenez-Santillana-Lopez Ufarte y Ricardo Gallego.
Faltan en la foto: Santiago Camacho-Rafael Gordillo-Miguel Tendillo-José Sanchez y Juanito.

Mundial de España en 1982.

Antonio Camacho.
Mundial de España en 1982.
Luis Arconada.

España fue la escogida para albergar el Mundial de 1982. La ilusión que ya había mostrado el país por el deporte rey en las últimas décadas, y el aperturismo tras el fin de la dictadura, fueron clave para su elección. Y España quiso organizar el mejor Mundial hasta la fecha. Fue el primero que sobrepasó el centenar de inscritos -106-, y el primero que albergó a 24 selecciones en la Fase Final, para dar cabida a más equipos de África y Asia. Algo que no representó mayor problema debido a la excelente infraestructura futbolística y turística existente.

De hecho, se realizó una completa reestructuración del torneo, estableciéndose seis grupos de cuatro equipos que daban paso a cuatro de tres en una segunda fase, de la que salían los semifinalistas. Un complicado sistema, que nunca más se repetiría. Además, se instauró por primera vez la definición por penaltis en las semifinales y final.

Hubo, como siempre, importantes ausencias, destacando la de la subcampeona en las dos ediciones anteriores, Holanda, y la doble campeona del mundo Uruguay. En el Campo Nou se vivió una bellísima ceremonia inaugural. Centenares de muchachos formaron la paloma de la paz de Picasso como símbolo de la confraternización mundial en torno al fútbol. Y el nivel, en general, fue alto, con grandes partidos, grandes actuaciones y una gran decepción: España.

Hasta la fecha, todos los organizadores que empezaban con vocal eran campeones. Eso no deja de ser una anécdota, y de hecho pocos se atraverían a soñar con una España campeona del mundo allá por 1982. Pero sí es cierto que al organizador siempre se le exigía –y se le exige- un buen campeonato, y que el organizador (Sudáfrica no cuenta) siempre había llevado a cabo –y sigue llevando a cabo- un buen campeonato. España no. España no lo hizo. España protagonizó una enorme decepción en su Mundial.

Un Mundial innovador.
Una victoria en cinco partidos.
España partía como una de las favoritas al título final. Por su condición de anfitriona, siempre determinante en la competición; y por su imponente victoria en Wembley un año antes. Poco importaba la pobre Eurocopa de 1980, que terminó con la dirección de Kubala en el banquillo, siendo Santamaría su sustituto. Los jugadores, pero, eran los mismos: Arconada, Quini, Juanito, Alexanco, Gordillo, Santillana…
Mientras tanto, la primera fase se desarrollaba sin mayores sorpresas. Eso sí, curiosamente, estuvieron a punto de quedar eliminadas las dos selecciones que disputarían la final: Italia, que llevó a cabo tres pésimas actuaciones, empatando ante Polonia, Perú y Camerún; y Alemania, que rozó el ridículo y logró su pase gracias a una vergonzosa farsa con Austria: a la hora de disputarse el partido entre alemanes y austriacos, un empate o una derrota dejaba fuera a los germanos; sin embargo, una victoria por 1-0 clasificaba a las dos selecciones. El resultado, obvio: 1-0 para Alemania, bajo cánticos de los aficionados de "que se besen", en lo que será recordado como El Pacto de El Molinón. La damnificada, Argelia.
"Sólo me puedo disculpar ante los argelinos, porque habían merecido clasificarse para la segunda fase", manifestaría tiempo después Briegel, uno de los futbolistas de la selección alemana. La FIFA investigó lo ocurrido, pero cerró el caso sin sanciones. Eso sí, a partir de aquel suceso, todos los partidos decisivos en las fases de grupos en los mundiales se disputan simultáneamente para evitar amaños como el del Molinón.
Se presentaba, pues, una final apasionante, entre Alemania e Italia, en lo que suponía además el regreso de la hegemonía europea en el mundo del fútbol. Pero el partido tuvo poca historia. Italia se mostró muy superior desde el comienzo, e incluso Cabrini se permitió el lujo de fallar un penalti en la primera mitad. Poco iba a importar. En el segundo tiempo, la escuadra de Enzo Bearzot terminó por demostrar su supremacía.

Primero, con un tanto de Paolo Rossi, su sexto en tres partidos consecutivos, de cabeza tras una buena jugada de Italia. Después sería Tardelli quien doblaría la ventaja italiana; y ya en la recta final Altobelli, tras una contra, lograría el 3-0. Breitner hizo el del honor para los alemanes.

Italia conquistaba de ese modo su tercer mundial, lo que le dejaba en lo más alto junto a Brasil, las dos únicas selecciones tricampeonas. A pesar de su mal comienzo, de las muchas dudas generadas por el equipo, de contar con un guardameta de 40 años –a la postre, el más veterano jamás proclamado campeón del mundo- y de todas las polémicas que afectaron al equipo poco antes del campeonato, Italia volvía a mostrarse al mundo como el mejor equipo del planeta.

Todo lo contrario que España, que ni siquiera en casa y con todo a favor, fue capaz de dar una alegría a su afición. Ya no una alegría en forma de título; sí por lo menos compitiendo por soñar con algo. Pero no. España 82 fue la gran decepción del fútbol español.





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