2 fallecidos.
Diario de noticias.
Ferrán Lucas, uno de los heridos aquel fatídico 9 de mayo en Montejurra.
El 9 de mayo de 1976 dos carlistas de izquierdas fueron asesinados por pistoleros ultras
La amnistía de 1977 impidió investigar la trama que organizó la emboscada.
9 de mayo de 1976. Hacia apenas medio año que Franco estaba en la tumba, pero su dictadura se resistia a morir. Su espíritu sigue bien vivo tanto en las instituciones como en las calles, donde grupos de extrema derecha mantienen el terror a sangre y pólvora. Ese día, Ricardo García Pellejero y Aniano Jiménez Santos acuden a Montejurra (Navarra) para asistir a la peregrinación anual del Partido Carlista, convertida en una concentración antifranquista. Ya no volverían a bajar, víctimas de un atentado ultra del que este lunes se cumplen 40 años.
Diario publico.
Los carlistas estaban divididos en dos facciones: los partidarios de Carlos Hugo de Borbón-Parma, pretendiente de la Corona y que apostaba por un "socialismo autogestionario", y los ultras de Comunión Tradicionalista, una minoría de seguidores de su hermano Sixto. Carlos Hugo había adquirido popularidad, especialmente en el País Vasco y Navarra, desde que en 1957 acudió por primera vez a la romería de Montejurra, via crucis en recuerdo a los requetés muertos en la guerra civil. Sus posiciones antifranquistas le hicieron ganar adeptos, por lo que los partidarios de Sixto, con la ayuda de los sectores franquistas y la connivencia de las fuerzas de seguridad del Estado, le prepararon una emboscada para acabar con él y su movimiento socialista.
Momento en que Aniano, carlista y militante de la HOAC, es alcanzado mortalmente, justo en el centro de la imagen, por “el hombre de la gabardina”.
Momento en que los carlistas rechazan con bastones a los grupos ultras
junto al monasterio de Irache.
Detalle del despliegue de la Policía Armada en las campas de Irache el día de los incidentes.
Pese al ataque, el via crucis siguió. "No se suspendió porque defendíamos a todo un pueblo que quería libertades democráticas", cuenta Lázaro. "Arriba nos esperaban 50 mercenarios armados, custodiados por la Guardia Civil por los cuatro costados, y abajo habían 300 policias nacionales preparados para intervenir... contra nosotros. Nos llamaron comunistas, que nos iban a matar y, de repente, empezaron las ráfagas de metralleta", relata. Allí alcanzaron a Ricardo, que iba al frente de la comitiva y que, entre las brumas, se daba un aire a Carlos Hugo, quien pese a tener prohibida la entrada en España se había unido a la procesión a mitad de camino. "Le quitaron la vida a un chaval de 18 años de forma bestial, y dentro de la salvajada tuvimos mucha suerte porque con el tableteo podríamos haber caído muchísimos más".
Una dotación de la Guardia Civil intenta separar a los contendientes tras los disparos.
Celebración del funeral de Ricardo García Pellejero, uno de los asesinados.
Los "mercenarios" se fueron tranquilamente por su propio pie. Sixto fue expulsado de España sin ni siquiera haber sido juzgado. Los presuntos autores de los asesinatos sí fueron procesados, pero al cabo de seis meses estaban en libertad provisional, y al año siguiente se beneficiaron de las leyes de amnistía. Por contra, el Partido Carlista, que responsabilizó directamente al Gobierno de Carlos Arias Navarro de estar detrás de aquel suceso, vio como se le impedía participar en las primeras elecciones democráticas de 1977. Carlos Hugo renunció a sus derechos al trono en 1978. La Audiencia Nacional reconoció en el 2003 a los dos muertos como víctimas del terrorismo. 40 años después, las brumas sobre quién estaba detrás de aquella barbarie siguen sin haberse disipado.
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