Margarita Sánchez Gutierrez ( "La viuda negra de Barcelona").
Margarita Sánchez Gutierrez (Málaga, 26 de diciembre de 1953), alias "La viuda negra de Barcelona", y "La viuda negra de l´Hospitalet", fue una asesina en serie que recibió este nombre por el método que utilizaba para asesinar, de la misma forma que la famosa araña mataba a sus víctimas mediante un veneno, aunque con la diferencia de que ella lo ponía en comidas y bebidas que ofrecía a sus víctimas. Consiguió asesinar a cuatro personas y otras tres fueron intoxicadas pero lograron sobrevivir. Todas ellas eran personas próximas a ella entre las que se encontraban familiares y vecinos.
Dentro de los asesinos en serie, hay una denominación específica para las mujeres que asesinan, entre otros, a sus familiares más próximos. Se les conoce como “viudas negras”, en alusión a la especie de arañas que tienen la peculiaridad de devorar al macho después del apareamiento.
En España ha habido varias “viudas negras”, pero el caso más llamativo es el de Margarita Sánchez Gutiérrez, una malagueña nacida en 1953 que dejó, hasta su ingreso en prisión, un rastro de múltiples delitos.
La actividad delictiva de la que se dio en denominar la viuda negra de Barcelona o la viuda negra de Hospitalet, arranca en 1991. Aquel año se mudó junto a su marido y sus hijos a la casa de sus suegros. La excusa que dieron al vecindario fue la de ayudar a cuidar a su suegro que se encontraba convaleciente tras una operación cervical, la realidad era que habían sido desahuciados de su vivienda. Pero duró poco, un año después Luis Navarro fallecía sin que su muerte levantase sospechas. A partir de ese momento las relaciones entre Margarita y su suegra, Carmen Nuez, se fueron agriando.
Cuanto más duras eran las discusiones, generalmente por dinero, más seguidos eran los ingresos de doña Carmen en Urgencias por problemas y fuertes dolores de estómago. Los servicios médicos realizaron varias analíticas completas, pero no encontraron ningún resto de sustancias que pudieran explicar esas dolencias.
Pronto, ser vecino de Margarita empezó a convertirse en una actividad de riesgo. El 3 de agosto de 1992, una anciana que vivía a unas pocas manzanas falleció tras llevar un mes ingresada por un colapso sufrido mientras se encontraba sola en su casa. Durante el tiempo que estuvo ingresada, de su cuenta corriente desapareció un millón de pesetas. Pese a su apariencia de indigente, la fallecida dejaba una bien nutrida cuenta corriente, con otros 23 millones de pesetas que fueron donados a un cottolengo de la zona.
Unos días después, el marido de Margarita, Luis Navarro, sufrió un ataque en plena calle. Su muerte dos meses después llevó a la “viuda negra de Barcelona” a pedir una indemnización millonaria, que fue desestimada, a los servicios sanitarios públicos por considerar que no se le había atendido correctamente y con prontitud.
Su suegra, que cada día se encontraba peor de sus dolencias estomacales, aprovechó la muerte de su hijo para, con ayuda de una sobrina, expulsar de su casa a su nuera con sus dos hijos, que se trasladaron a casa de la hermana de Margarita. Desde ese mismo momento, como declaró posteriormente en el juicio, la salud de la suegra empezó a mejorar sin que los médicos encontrasen ninguna justificación.
Era el mes de mayo de 1993, y los problemas de salud llegaron al barrio de Hospitalet al que se había mudado Margarita. El primero en morir fue Manuel Díaz, el vecino del ático, al que nuestra protagonista visitaba asiduamente. Después, a mediados de agosto le tocó el turno a su cuñado, José Aracil, tras varios ingresos por molestias estomacales. A finales de mes, otro vecino de la zona, José Antonio Cerqueira, al que Margarita había invitado a una paella y un tinto con casera y, unos días más tarde entraba en coma otra vecina, Piedad Hinojo, que consiguió recuperarse tras meses de ingreso.
Timos, estafas y pufos.
El dia de su boda con Luis Navarro Nuez.
Pero la actividad delictiva de Margarita Sánchez no terminaba aquí. Junto a su hija, Sonia, recorría el metro, los comercios y las calles ofreciendo electrodomésticos a bajo precio, por los que cobraba una pequeña fianza que nunca devolvía, vendiendo objetos que no eran suyos y comprando a plazos los más diversos productos que jamás pagaba. Además, era conocida en todas las tiendas del barrio, y los próximos, por dejar cuentas pendientes que nunca abonaba.
En varios bancos pidió préstamos presentando como aval la nómina de su marido, fallecido meses antes. Jamás pagó un solo plazo. Pese a las denuncias, las descripciones y los artículos que llegaron a publicarse con sus actuaciones, la policía no era capaza de identificarla y detenerla. Y eso, a pesar de que tenía un físico muy marcado por un rostro en el que persistía un fuerte estrabismo, consecuencia de una enfermedad que padeció de pequeña y que le llevó a abandonar los estudios.
Su capacidad para timar y engañar contrastaba con su analfabetismo. Pero aún así, tuvo que esperarse a un golpe de suerte para que fuera detenida. Una mañana, su suegra y la sobrina que la había ayudado a expulsar de su casa a Margarita estaban haciendo una limpieza en profundidad de la casa. Al separar el armario de la habitación en la que había dormido “la viuda negra” encontraron varios documentos escondidos. Entre ellos la cartilla de ahorro de una de sus víctimas y algunas tarjetas de créditos sustraídas.
Periódico ABC 22-06-1996.
Operación policial para detenerla:
19 de Junio de 1996.
La Policía montó un operativo completo del Grupo de Homicidios, poniendo a sus diez agentes a trabajar en el caso. Con las pruebas que tenían, no lograrían una condena judicial. Empezaron una seguimiento diario de su actividad, sobre todo para saber cómo había causado la muerte de sus víctimas por envenenamiento sin que los médicos lo detectasen.
El dossier con información era cada vez más extenso en comisaría, y llevaba por título: “Margarita: un cóctel explosivo”. Finalmente el operativo dio resultado y consiguieron averiguar el fármaco que utilizaba para los envenenamientos. La Policía ha guardado en secreto su nombre porque sigue en uso. Lo achacó a que, según los informes de toxicología ese medicamento debe ser tomado en cantidades muy grandes para ser letal, pero es incompatible con cardiopatías, diabetes o insuficiencia respiratoria.
Con las pruebas suficientes, solicitaron al juez un registro en la casa en la que vivía junto a su cuñada y allí encontraron un auténtico botín de sus fechorías: joyas, artesanía, dinero en efectivo, documentación y propiedades de sus víctimas. Dos días después del registro, Margarita Sánchez y su hija Sonia, menor de edad, fueron detenidas.
El juicio fue muy polémico. La defensa de Margarita planteó su vida como una pesadilla: padres y marido alcohólicos, infancia traumática por sus defectos físicos, penurias económicas, prácticamente analfabeta,… Finalmente, consiguieron una condena muy reducida: 34 años de cárcel por tres delitos de lesiones, otros tres de robo con violencia y un delito de falsedad documental.
Fue absuelta de los delitos de envenenamiento al no contenerse la sustancia que compraba en la farmacia, cianamida, en los informes forenses. Además, consiguió convencer al jurado popular de que los envenenaba para robarles, no para asesinarles, lo que le libró de una condena mayor.
Texto de Juan E. Pflüger.
Información y textos extraídos de estos Enlaces : http://www.gaceta.es/reportajes/asesinaba-robaba-queriendo-10042014-2023